LIBRO: CUATRO HORIZONTES, Una visita a la capilla de Ronchamp de Le Corbusier | ed. G. GILI

Estamos quizás a una de las mejores experiencias leídas del año. Este libro que narra la visita de John Berger, dos monjas y John Christie a la capilla de Ronchamp, la paradigmática obra de Le Corbusier es un libro que contiene muy pocas imágenes además muy pequeñas, me ayudó a desempolvar mis propias fotos, con una sonrisa, y compartirlas con ustedes.

Los «Cuatro Horizontes», mas allá de los cuatro puntos cardinales visibles desde la explanada donde se ubica la capilla, responden a las sensibilidades que este libro reúne. Ninuna de ellas corresponde a la visión de un arquitecto. Dos religiosas, dos artistas, que sin embargo nos revelan con mas claridad que cualquier análisis teórico la escencia, significantes, procesos y sistemas constructivos de esta obra.

El libro recoge la visita realizada por John Berger, John Christie, sor Techilde Hinckley y sor Lucía Kuppens, durante octubre de 2009 -no muy lejos de mi propia visita- y la ha revivido, junto con sus emociones, el recorrido, la estancia en Belford, un pueblo a cerca de una hora de distancia en tren, que posee una muralla estupendamente conservada, y que poco tiempo después entendí su importancia histórica gracias a la monumental obra de Max Ernst «Une Semaine de Bonté» .

El libro se centra «en la experiencia de explorar fisicamente Notre-Dame-du-Haute en su enclave», esto es, en lo alto de una colina, que ellos subieron en coche, yo, como la mayoría, lo hicimos casi como un peregrinaje, de a pie, puesto que se llega en tren a un pequeño enclave de no se ¿100 habitantes? donde eso de tener un taxi no tiene demasiado sentido.

(c)M. Pilar Pinchart @Skfandra; Desde el ascenso por la colina

A pesar de ser un libro, escrito por un fotografo, y que contiene una conversación con uno de los grandes teóricos de sobre la fotografía, decide centrarse en la narración de la experiencia, complementado con cierta información editada, especialmente, respecto de la gestión, origen e historia del proyecto, y del encargo a Le Corbusier, así como los procesos de proyecto y ejecución de las obras.

Ambas religiosas son benedictinas, de la abadía de Regina Laudis en Connecticut, el viaje es narrado como «un peregrinaje espiritual y arquitectónico», sentencia que resume a la perfección el viaje que hacemos los arquitectos a esta obra monumental, y que en mi caso particular, se vio reforzado por el ascenso a pie a la colina, que tarda mas o menos, y con buena forma física cuarenta minutos, aparte de que necesita varias paradas para ver asomar y desaparecer el campanil y la cubierta y finalmente el total del cuerpo que en el ascenso a pie es como ver un gran barco.

«El camino que sube hasta la cima de la colina seguía tal como yo lo recordaba: el cruce en la carretera principal y el paso bajo el viaducto del ferrocarril para tomar el empinado camino de los peregrinos, la Rue de la Chapelle. Fue desde el expreso París-Basilea, en este mismo punto, desde donde Le Corbusier vio por primera vez y dibujó en su cuaderno las ruinas de la vieja iglesia en mayo de 1950»

«Qué hermosa, qué hermosa…es muy hermosa…

Se parece tanto a un barco…la cubierta contra el cielo. Es mucho mas ligera que en las fotos…

Por alguna razón pensaba que sería dura, pero no lo es en absoluto. Casi parece que pudiera volar; es tan hermosa, casi como si pudiera elevarte» (Sor Lucía)

La estructura de la transcripción, produce en el lector -vamos, produjo en mí- la sensación de estar conversando con ellos, reviviendo mi viaje, mis emociones, impresiones y desconciertos, así como prestar atención a ciertos componentes y significantes que, dado que no soy una persona religiosa no comprendí, hasta la lectura del libro, pero viendo mis fotos, ciertamente intuí como arquitecto,no de forma consciente, o al menos no consciente del todo.

Curioso, porque el edificio se revela como profundamente religioso, profundamente conocedor, o con una radical comprensión del credo católico, quizás proveniente de la profunda amistad que unía al monje que encarga la capilla a su autor, Le Corbusier. Es posible imaginar el contenido de esas conversaciones, a partir del resultado edificado, que queda explicado con lucidez y dulzura en esta hermosa conversación a cuatro voces. Una conversación con voces femeninas muy potentes, cabe decir.

Grandioso, sí, y, sin embargo, no es mas que espacio, y no hay nada que te indique de forma obvia que se trata de un espacio sagrado, pero su movimiento es sin duda trascendente. Pensaba que habría campanas arriba de todo» (Sor Lucía)

En la conversación, el espacio es intenso, la experiencia es intensa, refleja exactamente la emoción que el lugrar produce, entremezclado con la famosa anécdota de que la reconocible cubierta está basada en una concha de cangrejo que Le Corbusier recogió en una playa de Long Island, es decir, nada en este libro es predecible, ni erudito, mas bien, nos acerca al deseo de estar ahí.

«SL

Llama la atención que las dos cruces, la de dentro y la de fuera, se apoyan en el suelo en lugar de estar en lo alto. Yo pensé que eso ponía a Cristo mas al nivel de los hombres, al nivel de cualquiera de nosotros. Es dificil no tener en cuenta el simbolismo de la cruz, pero la forma de exponerla y su sencillez transmiten de alguna manera la humanidad de Cristo más que su trascendencia. Al menos así lo sentí yo.

De modo que pone a la Madre por encima de la cruz.

A mi me pareció bien, no me perturbó ni me incomodó. Creo que debido a la relación de Cristo y María -supongo que, de nuevo aquí, logró un equilibrio entre lo masculino y lo femenino-, no le dí mucha importancia a que ella figure por encima o tenga prioridad, o algo parecido, sino que simplemente pensé que la capilla está dedicada a la Virgen, y que ella siempre revela a su hijo, eso es lo que es Ella, quien revela Cristo, y no llega a Cristo a través de María. Es la teología mas sencilla, la que comprenden la mayoría de los miembros de la Iglesia. No es habitual verla representada de una manera tan simple, tan llamativa, pero a mi me pareció perfectamente natural. ¿Y a vosotros?»

Que no se mal entienda, no es en absoluto un libro ligero, es un libro que se lee tan levemente como la cubierta de la iglesia. Que nos permite intuir ciertos rasgos de carácter de Le Corbusier a partir de la comprensión «humana» de esta obra, y nos aproxima a los aspectos sagrados arraigados en un hombre abiertamente no religioso.

Si eres un arquitecto que ha tenido el placer de visitar esta maravilla, porque es una maravilla incluso si no te interesa nada Le Corbusier, el libro despertará en ti, las emociones que despertó en mi, el recuerdo, comparar tus recuerdos y lo que tu viste, formando parte como decía antes de esta conversación en la que te sentirás tan invitado como bienvenido.

Es un libro «de bolsillo» porque cabe en todos lados, lo puedes llevar contigo, y te puede acompañar en tu peregrinación, porque si no has ido, al leer este libro querrás peregrinar a Ronchamp, los diálogos son un verdadero homenaje vivido tanto a la capilla como a la arquitectura que es aquí convertida en emoción y entendimiento. Las conversaciones son frescas, entre amigos. Es una alegría para el corazón y el espíritu.

No te lo pierdas. Es de lo mas bonito que he leído en lo que va del año.